Sexualidad y Género

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Los primeros pioneros en la cirugía de reasignación de género y los estudios clínicos recientes coinciden en que la mayoría de las personas transgénero sufren trastornos psicológicos concurrentes, lo que lleva a un número trágicamente alto a suicidarse. Prohibir la psicoterapia para las personas transgénero puede ser políticamente correcto, pero muestra un desprecio temerario por la vida humana.

El 4 de octubre de 1966: la columna de chismes del New York Daily News informó sobre una niña que frecuentaba los clubes de Manhattan quien admitió ser un hombre el año anterior (1965). Se había sometido a una operación de cambio de sexo en Baltimore en la clínica de género Johns Hopkins.

Para el año 1979, trece años después, se habían realizado suficientes cirugías de género para evaluar los resultados. Era hora de hacer un estudio basado en pacientes reales.

1970: ¿Qué tan efectiva fue la cirugía de cambio? ¿Cuáles fueron los resultados para las personas transgénero?

El primer informe proviene del Dr. Harry Benjamin, un firme defensor de la terapia hormonal de género cruzado y de la cirugía de reasignación de género, quien operaba una clínica privada para transexuales. Según un artículo en el Journal of Gay & Lesbian Mental Health, "Para 1972, Benjamin había diagnosticado, tratado y se había hecho amigo de al menos mil de los diez mil estadounidenses que se sabía que eran transexuales".

El colega de confianza del Dr. Benjamin, el endocrinólogo Charles Ihlenfeld, administró terapia hormonal a unas 500 personas transgénero durante un período de seis años en la clínica de Benjamin, hasta que se preocupó por los resultados. "Hay demasiada infelicidad entre las personas que se someten a la cirugía", dijo. “Muchos de ellos terminan en suicidios. El 80% de los que desean cambiar de sexo no debería hacerlo". Pero incluso para el 20% podrían ser buenos candidatos, el cambio de sexo no es en absoluto una solución a los problemas de la vida. Lo considera más como una especie de alivio. "Compra unos 10 o 15 años de una vida más feliz", dijo, "y vale la pena por eso".

Pero Ihlenfeld nunca tuvo un cambio de sexo. Yo sí, y no estoy de acuerdo con él en ese último punto: el alivio no vale la pena. Después de haber tenido un respiro de siete u ocho años, ¿entonces qué? Estaba peor que antes. Parecía una mujer, mis documentos legales me identificaban como una mujer, pero descubrí que al final del "alivio" quería ser un hombre tan apasionadamente como una vez había deseado ser mujer. La recuperación fue difícil.

Sin embargo, basándose en su experiencia en el tratamiento de 500 transgéneros, el Dr. Ihlenfeld concluyó que el deseo de cambiar de género probablemente surgió de factores psicológicos muy fuertes. 

Dijo en la Revista Subjetividades transgénero: una guía del médico: "Lo que sea que haya logrado la cirugía, no cumplió un anhelo básico por algo que es difícil de definir. 

Esto va junto con la idea de que estamos intentando tratar superficialmente algo que es mucho más profundo ". El Dr. Ihlenfeld dejó la endocrinología en 1975 para comenzar una residencia en psiquiatría.

Hace unos tres años, mientras escribía mi libro Paper Genders, tenía curiosidad y llamé al Dr. Ihlenfeld para preguntarle si algo había cambiado sobre los comentarios que hizo en 1979. Ihlenfeld fue cortés conmigo por teléfono y rápidamente dijo que no, nada había cambiado su opinión. Es interesante en la atmósfera actual de corrección política que el Dr. Ihlenfeld, un homosexual, considere que la cirugía de reasignación de género no es la respuesta para aliviar los factores psicológicos que impulsan la compulsión de cambiar de género. Aprecio su evaluación honesta y clínica de la evidencia y su negativa a doblegar los resultados médicos para que se ajusten a un punto de vista político particular.

A continuación, echemos un vistazo a la Clínica de Género de la Universidad Johns Hopkins, donde la niña transgénero de la que habló el New York Daily News tuvo su cirugía. El Dr. Paul McHugh se convirtió en director de psiquiatría y ciencias del comportamiento a mediados de la década de 1970 y le pidió al Dr. Jon Meyer, director de la clínica en ese momento, que realizara un estudio exhaustivo de los resultados de las personas tratadas en la clínica. 

McHugh dice: [Los que se sometieron a cirugía] cambiaron poco en su condición psicológica. Tenían los mismos problemas en sus relaciones, el trabajo y las emociones que tenían antes. La esperanza de que saldrían de sus dificultades emocionales para florecer psicológicamente no se había cumplido.

En el 2015 me senté frente al Dr. McHugh en su oficina en la Universidad Johns Hopkins y le hice la misma pregunta que le hice al Dr. Ihlenfeld:

 ¿Algo cambió su opinión con respecto a los géneros hechos quirúrgicamente? McHugh me dijo que aún no ha visto una justificación médica para la alteración quirúrgica de los genitales y que es obligación de los médicos seguir la ciencia a donde conduce, en lugar de ignorarla para avanzar en lo políticamente correcto.

Estos dos doctores poderosos e influyentes fueron los primeros pioneros en el tratamiento de la transexualidad. El Dr. Ihlenfeld es un psiquiatra homosexual; El Dr. Paul McHugh es un psiquiatra heterosexual. Ambos llegaron a la misma conclusión, entonces y ahora: la cirugía no resolvió los problemas psicológicos de los pacientes.

Los años 2000: ¿Fueron los factores psicológicos de las clínicas Hopkins y Benjamin respaldados por estudios posteriores?

Los estudios muestran que la mayoría de las personas transgénero tienen otros trastornos psicológicos concurrentes o paralelos.

Un estudio de 2014 encontró que el 62.7% de los pacientes diagnosticados con disforia de género tenían al menos un trastorno concurrente, y el 33% tenía trastornos depresivos mayores, que están relacionados con ideas suicidas. Otro estudio del 2014 de cuatro países europeos encontró que casi el 70% de los participantes mostraron uno o más trastornos del Eje I, principalmente trastornos afectivos (estado de ánimo) y ansiedad.

En el 2007, el Departamento de Psiquiatría de la Universidad Case Western Reserve en Cleveland, Ohio, se comprometió a una revisión clínica de los trastornos concurrentes de los últimos 10 pacientes entrevistados en su Clínica de Identidad de Género. Encontraron que “el 90% de estos distintos pacientes tenían al menos otra forma significativa de psicopatología. . . [incluidos] problemas de regulación y adaptación del estado de ánimo y ansiedad en el mundo. Dos de los 10 han tenido significativo y persistente pesar sobre sus transiciones anteriores".

Sin embargo, en nombre de los "derechos civiles", se están aprobando leyes en todos los niveles del gobierno para evitar que los pacientes transgénero reciban terapias para diagnosticar y tratar trastornos mentales concurrentes.

Los autores del estudio de la Universidad Case Western Reserve parecían ver venir esta ola legal cuando dijeron:

Este hallazgo parece estar en marcado contraste con la retórica pública, forense y profesional de muchas personas que cuidan de adultos transgénero. . . El énfasis en los derechos civiles no sustituye el reconocimiento y el tratamiento de la psicopatología asociada. Los especialistas en identidad de género, a diferencia de los medios de comunicación, deben preocuparse por la mayoría de los pacientes, no solo por los que aparentemente funcionan bien en la transición.

Como alguien que pasó por la cirugía, estoy totalmente de acuerdo. La política no se mezcla bien con la ciencia. Cuando la política se impone a la medicina, los pacientes son los que sufren.

¿Qué hay de los suicidios?

Conectemos los puntos. Las personas transgénero informan haber intentado suicidarse a un ritmo asombroso, por encima del 40%. Según Suicide.org, el 90% de todos los suicidios son el resultado de trastornos mentales no tratados. Más del 60% (y posiblemente hasta el 90%, como se muestra en Case Western) de personas transgénero tienen trastornos psiquiátricos concurrentes, que a menudo no reciben tratamiento.

¿Podría el tratamiento de los trastornos psiquiátricos subyacentes prevenir los suicidios transgénero? Creo que la respuesta es un rotundo "sí".

La evidencia esta frente a nosotros. Números trágicamente altos de personas transgénero intentan suicidarse. El suicidio es el resultado de trastornos mentales no tratados. La mayoría de las personas transgénero padecen trastornos no tratados; sin embargo, por cualquier motivo, se están promulgando leyes para evitar su tratamiento.

Escribo por una profunda preocupación por los hombres y mujeres transgénero que intentan suicidarse, que son infelices y que desean volver a su género de nacimiento. Los otros, aquellos que parecen estar funcionando bien en la transición, al menos por ahora durante su "respiro", son celebrados en los medios de comunicación. Pero escucho de otros, aquellos que prefieren permanecer ocultos, que están contemplando el suicidio, cuyas vidas están destrozadas, que se han sometido a la cirugía, pero aún tienen problemas físicos o psicológicos debilitantes, aquellos cuyo “alivio” ha terminado.

En la década de 1970 y ahora, la cirugía de reasignación de género se realiza de forma rutinaria cuando se solicita. Las personas transgénero son la única población autorizada a diagnosticarse con disforia de género únicamente en función de su deseo de cirugía de reasignación de sexo, y no porque la comunidad médica haya encontrado pruebas objetivas de que dicha cirugía es médicamente necesaria.

Después de cincuenta años de intervención quirúrgica en los Estados Unidos, todavía falta una base científica para dicho tratamiento en las personas transgénero.

Un grupo de trabajo encargado por la Asociación Americana de Psiquiatría realizó una revisión de la literatura sobre el tratamiento del trastorno de identidad de género y en 2012 declaró: "Se determinó que la calidad de la evidencia relacionada con la mayoría de los aspectos del tratamiento en todos los subgrupos es baja". En 2004, la revisión de más de 100 estudios médicos internacionales de transexuales postoperatorios no encontró "evidencia científica sólida de que la cirugía de reasignación de género sea clínicamente efectiva".

Escuchamos los ecos de los pioneros en las clínicas Hopkins y Benjamin y vemos confirmadas sus primeras conclusiones en los estudios de hoy, que muestran una y otra vez que existen trastornos psiquiátricos y psicológicos en la psique de los que cambian de género, pero ¿quién está prestando atención?

El desprecio y la deshonra le esperan a cualquiera que se atreva a sugerir que se necesita psicoterapia para tratar eficazmente la disforia de género. El Dr. McHugh, el Dr. Ihlenfeld y otros como ellos muestran una gran integridad cuando expresan públicamente preocupaciones sobre los problemas psicológicos existentes en los que cambian de género, y cuando rechazan el "enfoque a todo vapor" del tratamiento que proporciona hormonas y cirugía de reasignación sin primero persiguiendo un tratamiento menos invasivo y que altere la vida.

Los defensores y los clientes trans temen que, si un psicólogo o un psiquiatra observa demasiado profundamente la psique del paciente, podrían descubrir la presencia de un trastorno que, si se trata adecuadamente, les quitaría el sueño del cambio de sexo, una fantasía que cultivaron la mayor parte de su vida. Vivir en negación es a menudo un medio de escape, una forma de evitar mirar hacia atrás a los eventos de la primera infancia y hacer el trabajo duro de lidiar con un pasado doloroso. Las causas de estos trastornos yacen enterradas tan profundamente, y agitarlas conduce a niveles tan altos de ansiedad, que parece preferible cambiar la identidad y la apariencia, aunque sea extrema.

Hace treinta y tres años me sometí a una cirugía de reasignación de género solo para descubrir que era un alivio temporal, no una solución a los trastornos paralelos subyacentes. He escrito libros, publicado artículos y hablado públicamente en todo el mundo para informar a las personas sobre la prevalencia del suicidio entre las personas transgénero y sobre los riesgos y los lamentos de cambiar el género.

Canales de televisión como ABC, que realzan a las personas transgénero como Bruce Jenner, en su confusión psicológica, hacen un mal servicio a las personas transgénero y a quienes las tratan, negándoles un entorno seguro en el que abordar los problemas más profundos de los trastornos paralelos y el suicidio. Continuar ignorando la historia y las advertencias en los estudios e informes, por inconvenientes o políticamente incorrectos que parezcan, no es una solución para el tratamiento de los trastornos psicológicos. Ignorar los suicidios no ayudará a prevenirlos. Prohibir ciertas intervenciones médicas cuando sabemos que el 90% de los suicidios se deben a trastornos mentales no tratados y que la mayoría de las personas transgénero tienen trastornos psicológicos coexistentes no promueven protocolos de tratamiento efectivos; cierra la libertad de seguir a donde conduce la ciencia.

Permitir que una agenda política anule y silencie el proceso científico no evitará suicidios ni conducirá a mejores tratamientos para esta población. No es compasión; es un desprecio temerario por la vida de las personas.

Sobre el Autor - WALT HEYER - "El hombre de la foto"

Walt Heyer es un autor consumado y orador público. A través de su sitio web, SexChangeRegret.com, y su blog, WaltHeyer.com, Heyer crea conciencia pública sobre la incidencia del arrepentimiento y las trágicas consecuencias sufridas como resultado de una cirugía innecesaria para cambio de sexo.